Arte Comestible

ARTE COMESTIBLE (1997-2017)

En 1997, Jesús Algovi organizó un evento de acción en su estudio (Acción Directa), a modo de galería, al cual invitó a participar a un numeroso grupo de amigos artistas e intelectuales. Unas cincuenta personas participaron en este acto, en el que Algovi dio lectura al manifiesto de Arte Comestible. Con un carácter crítico e ironía respecto a la propia situación de la cultura en general y del mercado del arte contemporáneo en particular. Los artistas participantes presentaron obras que se comían directamente en el propio acto de inauguración. Siendo un evento efímero, intenso, divertido y de una amplia repercusión mediática. Este acto dio pie a un ritual que se repitió y amplió año a año. En 1998, Algovi lo organizó en la Galería Arteteca. En 1999 tuvo lugar en la Diputación de Sevilla. En el año 2000 se realizó en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Se convirtió en un revulsivo que reunió a una parte importante de la vanguardia andaluza de aquellos años.
"XX AÑOS de ARTE COMESTIBLE"
TEXTO CATÁLOGO: 

El sábado 27 de mayo de 2017 en la Galería Weber-Lutgen de Sevilla realizamos, tras dos décadas, el happening que conmemora los XX Años de la primera acción de Arte Comestible, realizada en mayo de 1997 en Sevilla, el Centro de Arte Acción Directa. Acción que continuamos en 1998 en la Galería Arteteca, en 1999 en el Patio Central de la Diputación de Sevilla y en el 2000 en el CAAC.

El Origen

Hace ya dos décadas que redacté el manifiesto y recité para la ocasión subido a una escalera, a modo de púlpito, dando comienzo a la primera acción de ARTE COMESTIBLE. Happening que repetimos y ampliamos en los años posteriores. Inaugurábamos un nuevo espacio en Sevilla. El Centro de Arte Acción Directa se transformó en una efímera galería, en la que todas las obras presentes cumplían dos condiciones: estar realizadas en materiales "comestibles" y ser devoradas por el público-realizador asistente. El acto inaugural de la "exposición" se convirtió de inmediato en un happening, donde espectadores en comunión con los autores se confundían en una sola acción: el "consumo del arte".

La cotidiana asepsia de los comunes actos en una apertura expositiva se transformó en un desinhibido disfrute, con un cariz sarcástico. Esta transgresión del protocolo provocó una dualidad conceptual: un primario sentido lúdico y la reflexión crítica de la propia situación del arte contemporáneo. 

Lo curioso de esta acción fue la frescura, junto a una alta dosis de joven desparpajo, humor, falta de vergüenza, ácido sarcasmo y un absoluto desconocimiento sobre propuestas plásticas similares o anteriores. Es curioso que cuanto más se separa uno del mainstream muchos son los que, de inmediato, tratan de buscarte antecedentes - tipo "eso ya se ha hecho"- que sorprendentemente no plantean en obras más convencionales, para proteger sus maltratados egos y evitar así la patente falta de originalidad. Es un "deporte" habitual en nuestro país. Pero tras la lógica pregunta de dónde y cuándo le seguía siempre un ignorante encogimiento de hombros. 

Anécdota curiosa fue el revuelo creado en la presentación de la mesa redonda en la cuarta (aunque la organización la situaba como tercera ya que omitía la primera) acción en el CAAC del año 2.000. Tras la presentación de los tres ponentes y en especial la última locución de Fernando Martín (catedrático de arte contemporáneo de la Universidad de Sevilla) donde se repasaban acciones de arte comestible, haciendo incluso mención de alguna posterior, pero sin mencionar las anteriores convocatorias, ni su origen ni la autoría de la misma. Ello provocó las protestas de una parte importante del público presente que sí habían asistido a las anteriores y las disculpas posteriores de los ponentes. 


La Referencia

Antecedentes sobre la presencia de la comida en el arte existen desde sus inicios más remotos. Los bodegones son un género propio con un protagonismo evidente de la comida. Arcimboldo1 lo llevó al ámbito de la figuración, adelantándose varios siglos a los postulados surrealistas.

Más cercanas en el tiempo y espacio son las veladas ultraistas2, celebradas en Sevilla (1919 ) y en Madrid (1921). Los encuentros de escritores de la generación del 27 denominados "cenas superrealistas", que se convirtieron en un nuevo ludus en un momento posterior de la vanguardia. Las famosas cenas literarias capitaneadas por Gómez de la Serna en el Café del Pombo. O las "cenas surrealistas" de Alejandro Collantes. Todas ellas vinculadas al ámbito literario y poético. 

En el ámbito más cercano a la plástica tenemos también muchos antecedentes. Decía Salvador Dalí: “La mandíbula es nuestra mejor herramienta para aferrarnos al conocimiento filosófico” porque la comida y el surrealismo son amantes perfectos: sexo y langostas, collage y canibalismo, el encuentro de un cisne y un cepillo de dientes en una pastelería…Las cenas opulentas que organizaban Salvador Dalí y Gala, fueron legendarias y ejemplo de acción surrealista. Dalí publicó un libro de cocina en 1973, "Les dîners de Gala"3, que desvela algunos de aquellos ingredientes sensuales, imaginativos y exóticos que confluían en tan célebres encuentros, no exentos de cierto carácter decadente, snobismo y de una clara estética kitsch.

El 21 de julio de 1960, Piero Manzoni presentó en la galería Azimut una de sus performances más afamadas: la Consumición del arte dinámica del público que devora el arte ("Consumazione dell'arte dinamica del pubblico divorare l'arte"). 
El artista firmó con la huella del pulgar algunos huevos duros que serían consumidos insitu por el público. 

En la década de los sesenta entró con fuerza el mundo del arte de acción en la plástica contemporánea y fue uno de los baluartes de la vanguardia de ese momento: ZAJ (España)4, Gutai (Japón)5 y Fluxus (Alemania)6. De este periodo destaco también a Daniel Spoerri7 con sus famosos ensamblajes con restos de comidas a modo de bodegón objetual que crean como escenas cotidianas congeladas en el tiempo. O a Claes Oldemburg8 con sus apetitosas esculturas de apariencia comestible.
También debo mencionar a Antoni Miralda que junto a Dorothée Selz9 impulsores de los ceremoniales de arte comestible (París y Londres de 1962 a 1966). Los "Rituels" (happenings) constituyen una aportación de la nueva generación catalana a la vanduardia en Europa. Miralda fue el invitado especial y participó con una vídeo-instalación en la tercera muestra (Diputación de Sevilla,1999) de arte comestible de Sevilla.

Pero debo señalar que es sólo aparente el parecido de estos "Rituels" con nuestra acción de arte comestible. Estas acciones de los años sesenta y setenta tenían un marcado sentido lúdico, con influencias de la contracultura, el movimiento hippie y más cercanas a las cenas surrealistas dalinianas impregnadas de snobismo.


La Esencia

La acción que inicié en 1997 tenía un marcado sentido crítico y político. Realizada por artistas plásticos que en su mayoría trabajan arte objetual y no están inmersos en el mundo de la acción. Las obras podrían perfectamente estar realizadas en materiales estables y duraderos y ser objeto del mercado. Es decir: prima la obra, el objeto, aunque este sea finalmente efímero y devorado como Saturno a sus hijos. Por tanto, posee ese grado primitivo y ambivalente entre la antropofagia y la comunión. Es una sátira socarrona y profunda (a pesar de su superficie lúdica) a la falta de mercado y a la precariedad de la labor del artista plástico dedicado al arte contemporáneo. Los creadores respiramos curtidos y escépticos en la ardua criba de la supervivencia. Es el impuesto papel de sísifos que nos ha tocado desarrollar en la gran comedia de la cultura contemporánea. La acción de engullir las propias obras, se convierte en una metáfora como respuesta a esta situación. Destruir nuestras obras y alimentar al público y a nosotros con ellas. Esta acción lleva implícita la protesta, la autocrítica envuelta y endulzada por su carácter lúdico-festivo, pero con el ácido humor que acompaña al sarcasmo.

Atrás quedaron los felices ochenta", o como titularía Brea: "Antes y después del entusiasmo"... Muchos que vivieron ese esplendor bogan ahora en un remanso de decepción. Otros pertenecemos a los noventa, llamada generación "X" y en consonancia con el cinéfilo signo nos tocó lo "duro". Pero en lugar de mejorar y salir de esa espiral que te conduce al desagüe, hemos descubierto la crisis global. Vamos haciendo un oscuro tour visitando las interesantes alcantarillas, vamos conociendo el subsuelo en un descenso incierto con muchos cantos de sirenas con brotes verdes de plástico fluorescente. Ahora nos alimentamos del kandiskyano "principio de necesidad interior" o del warholiano "exterior". Pero, a su vez, la perseverancia en el trabajo (objetual) provoca un mayor stock de obra en los estudios, apareciendo en muchos casos la paradójica angustia de la saturación. Pero Sísifo puede ser feliz y disfrutar de las vistas antes de la ya familiar próxima caída. Como quien espera la luz verde del próximo taxi que de forma circular te dejará en el origen y te muestra de camino la ciudad que como agua del río nunca se repite. Te enriquece el camino y no el destino.

El arte contemporáneo se alejada del gran público. Se restringe, por lo general a una élite culta, lo que claramente dificulta su eco social. Los códigos de expresión creativa han evolucionado a un ritmo mucho mayor que la base cultural. A esto le podemos añadir un sistema educativo en retirada, diseñado por ineptos burócratas surgidos de los alevines de partido, sin más cultura ni título que su chapa con eslogan. Dibujar una democracia sin cultura es señalar el camino a la tiranía. Pero ese el el miedo del sistema: el arte puede hacer visibles los hilos del poder. A menor cultura mayor docilidad. Ya lo hacía Roma: pan y circo. Pero del circo puede surgir un Hop-Frog que cambie las risas al final del espectáculo.

Muchos son los que niegan la existencia de radicalismos en la plástica contemporánea. Pero la Historia está jalonada de ejemplos que demuestran la no inocuidad del arte. 
El espectador medio tiene que forzar su mente para vislumbrar las claves de un nuevo arte. Como diría Leonardo "El amor es hijo de un conocimiento y es mayor ese amor cuanto mayor es ese conocimiento." Pero para que esto se produzca es necesaria una motivación, un acercamiento. Como la física cuántica, todo el mundo conoce el término aunque no lo comprenda. Pero en el arte a menudo se produce un rechazo frontal. Prejuicios que no existen con la física. Pero en esta acción: el público se acerca al arte, literalmente digiere la obra, disfruta, se divierte, reflexiona, desacraliza el objeto. Y es que la acción de comer es absolutamente cotidiana y común a todo ser humano, donde se reúnen los sentidos del gusto, olfato, tacto, visión e incluso oído. Personas ajenas al arte actual salen del happening con una visión positiva y abierta. Desaparece el miedo a la hermética asepsia de la erudita cultura. Y es que la expresión plástica contemporánea - y esta acción lo hace patente - puede ser divertida y cercana al amplio público.

El Manifiesto

El ARTE se consume. Si así es, CONSUMÁMOSLO pues... con sumo gusto.
Realizamos hoy un ARTE comestible, consumible,
con-su-mismo, con-sí-mismo, por el mismo
realizador, crítico y consumidor. ¡ Todos a una !...¡ A consumir !.
Esta instalación es no retornable; es digerible y biodegradable.
Haga el ágape, pruébelo, critíquelo.
¡ DISFRUTEMOS DEL ARTE !, del arte democrático, democrítico,
intelecto-ritual.
La decisión es instantánea, es imposible la reserva,
la adquisición es su finalidad.
Ya no existe la pose: las narices se elevan sólo para oler.
No interesa el público exquisito o no. La obra es la exquisita o no.
Esta muestra-prueba tiene mucho sentido: sentido de la vista,
sentido del gusto. DEL BUEN GUSTO Y DEL MAL GUSTO.
Y lo que es más importante: sentido del humor.
Acatemos la actual paradoja columbina:
Seamos esta noche "artistas Juan Palomo":
Yo me lo guiso, me lo expongo y me lo como.

(Jesús Algovi y Manuela Bascón, Sevilla 1997.)


La Historia

Con este manifiesto que redacté para la ocasión y lancé oralmente subido a una escalera, a modo de púlpito, se dio comienzo en mi estudio (Centro de Arte Acción Directa, en la calle Divina Pastora) a la primera acción de ARTE COMESTIBLE realizada en Sevilla en Mayo de 1997.

Entre un variado público asistente de aproximadamente medio centenar de personas, se encontraban artistas plásticos Manuela Bascón (coorganizadora y mi entonces pareja), Miguel Parra, Luisa Porras, Paka Antúnez, Mayte Carrasco, Antonio Nodal, Günter Pahlke, etc. Junto a los escritores Eliacer Cansino y Víctor Barrera, historiadores (de la Escuela de Libres Historiadores) como José María Rodríguez Tous (Alias Lilo), Margarita Aizpuru, amigos y personas cercanas al mundo de la cultura.

El estudio se transformó en una efímera galería en la que todas las obras presentes cumplían dos condiciones: estar realizadas en materiales "comestibles" y ser devoradas por el público-realizador asistente. De esta forma el acto de inauguración de la "exposición" se convirtió de inmediato en un happening, donde espectadores y autores se confundían en una sola acción: el "consumo del arte". Todos los presentes tomaron carácter de autores deconstructores y con ello generando un nuevo proceso de creación: "para construir hay que previamente destruir".

Obras diversas como "Cadáver exquisito" de Paka Antúnez , "Pensamiento" de Parra & Porras o "El pan nuestro de cada día" de Manuela Bascón, se repitieron en la siguiente edición. Otras como "Naturaleza muerta y naturaleza elaborada" de Günter Pahlke, "Maná" (poema-objeto) de Eliacer Cansino, entre otras...En esta primera edición elaboré dos instalaciones: "Arte comercial" consistente en cinco pequeños cuadros con sendos filetes en los que había tatuado (con hierro al fuego, a modo de marca ganadera) el símbolo $ . La segunda "El consumo del arte" consistía en dos grandes barras de hielo colgadas del techo dentro de las cuales se hallaba la palabra ARTE.

Carmen Navarro, directora de la revista de arte Aspasia y de la galería Arteteca (ya desaparecida), tuvo conocimiento de la acción. En principio estaba interesada en sacar en su revista esta primera muestra de arte comestible. Pero, ante las limitaciones por la escasa documentación y calidad de las fotografías existentes, acordamos la realización de una segunda edición en la galería Arteteca, abierta al público y a más artistas, cuyas imágenes se cuidarían al registrar en su publicación. Organicé y comisarié el evento en el mes de Marzo de 1998.

Invité a 25 artistas en esta ocasión: Fernando Bono, Felipe Vivas, Juan Casado, Julio Herrera, Miguel Parra, Luisa Porras, Pedro Simón, Angustias García e Isaías Griñolo, Joaquín González, Jorge Arévalo, Pepa Rubio, David Resurrección y Lola Quevedo, Rolando Campos, Mayte Carrasco, Manuela Bascón, Paco Pérez Valencia, Antonio Nodal, Paka Antúnez, Yon Castizo, Leonor de Carlos, MP & MP Rosado Garcés, José María Larrondo y (el que suscribe) Jesús Algovi.

Se superaron las expectativas más optimistas de público. Sorprendía las numerosas caras desconocidas y curiosas, distanciadas con seguridad de los eventos artísticos cotidianos, el disfrute, desparpajo y divertimento del público. Comentarios, aplausos y ambiente nunca antes contemplado por los autores en el desenfrenado entusiasmo que provocaban sus obras. Total éxito de medios: artículos en toda la prensa nacional y emisión de la misma en los noticiarios de todas las televisiones nacionales. Interés por un evento cultural pocas veces visto. Toda la acción se publicó ampliamente en el Nº 1 de la revista ASPASIA, en la primavera del 98.

En vista del éxito de esta segunda edición, Carmen Navarro decidió comisariar una tercera en 1999. Con el apoyo económico y cediendo el espacio del patio central de su propia sede, la Diputación de Sevilla asumió la tercera edición de la acción de arte comestible. Yo había renunciado a comisariar este nuevo evento, aunque seguía participando como artista. Tercera edición con un gran elenco de creadores que amplió y enriqueció la acción. Sin embargo sentí una leve decepción ya que se desvirtuó en cierta forma el carácter crítico de la acción. A esto se le unió una oscura e incomprensible desinformación de las acciones anteriores y del origen de este happening.

Éxito de medios y de público (unas ochocientas personas, según el diario EL PAIS). Con la participación de 58 artistas. Por orden alfabético: Jesús Algovi, Paka Antúnez, Jorge Arévalo, Javier Arozena, Manuela Bascón, María Cañas, Maite Carrasco, Ricardo Castillo, Rafael Cerdá, Manolo Cuervo, Antonio Damián, Rafael Enterría, Joaquín González, Juan F. Lacomba, Marisa Lafuente, Paco Lara-Barranco, José Mª. Larrondo, Luigi Maráez, Carlos Montaño, Pedro Mora, Lourdes Murillo, Fau Nadal, Miguel Parra, José M. Pérez Tapia, Paco Pérez Valencia, Luisa Porras, Antonio Quiles, David Resurrección, Juan F. Romero, MP & MP Rosado Garcés, Julián Ruesga, Carmen Rufo, Pedro Simón, Emilio Sola, Jesús Tejedor y Javier Velasco. El Artista Invitado fue Antoni Miralda, con vídeo y con un proyecto llamado "Recetas de la Abuela" que posteriormente llevaría a la Feria de Hannover. La comisaria, junto al equipo de Aspasia (con Antonio Garcés) también participaron con un traje de flamenca realizado con lonchas de buen jamón ibérico, cuya modelo desfiló por todo el recinto hasta perder su envoltura. Todo el evento fue decorado musicalmente por Diego Manrique. Todo ello plasmado en un vídeo-documento bien realizado pero que tuvo muy escasa difusión y que no llegó a la mayoría de los artistas participantes.

Al año siguiente (2000), el mismo equipo volvió a organizar nuevamente la cuarta (aunque seguía sin aparecer la primera) acción de arte comestible en el CAAC. Por desgracia, carezco de la información y desconozco que exista documentación sobre esta última acción. Repetimos la mayoría de los artistas que estuvimos en la anterior y se sumaron otros nuevos como Miki Leal o Juan del Junco. Como ya ocurrió en la anterior, se omitió la primera acción y el origen. Con la penosa anécdota que ya comenté anteriormente respecto a la mesa redonda que hubo tras la acción en el salón principal del CAAC.
Ese mismo año organicé el evento, junto a artistas de las baleares en la Feria de Arte Contemporáneo Art-Ibiza 2000. Manuela Bascón organizó a su vez otra nueva acción en Carmona (Sevilla) ese mismo año. 

Como dice Ortega y Gasset (soy consciente que parecería más cool si citase a Adorno, Benjamin, Wittgenstein, Derrida, Focault, etc...) en "Prólogo para alemanes": "El mundo con el que el intelectual se encuentra le parece estar ahí precisamente para ponerlo él en cuestión. (...) A primera vista parece que es un destructor y se le ve siempre con vísceras de las cosas entre las manos, como un matarife. Pero es todo lo contrario."


El Tiempo

Veinte años después del primer evento de Arte Comestible estamos aquí de nuevo reunidos por la misma razón: por Amor al Arte. A pesar de esa frase de tango -"veinte años son nada..."- mucho es lo andado y más aun lo vivido. El tiempo nos da no sólo madurez, también experiencia y sabiduría, además de humildad. Nos aporta la seguridad de la incertidumbre. Ese perpetuo baile sobre la cuerda floja, conscientes tras veinte años de múltiples caídas, del espacio que separa esta cuerda del abismo.

De las heridas a veces crecen alas que nos hacen ingrávidos, y de esa ingravidez nos brota el arte. Esto es mucho más que una muestra generosa, es comunión entre los creadores. La máxima acción con su público. Esta noche digerimos el arte como metáfora. Como crítica profunda a la eterna precariedad, en un mercado desértico plagado de deslumbrantes espejismos. 

Paradojas de la vida que, tras veinte años, sorprende una tierra del sur, más al sur todavía y una labor - la de sus creadores - que recuerda el lamento de los niños yunteros. Decía Neruda10 que "escribir poemas con 20 años significa tener 20 años; y escribir poesía con cuarenta es ser un poeta". Pues bien, todos los presentes hemos superado la barrera del miedo,
seguimos creando y creyendo que el "arte es un arma cargada de futuro". Unos se hacen viejos y otros grandes. A pesar de todas las crisis y de nuestros excelsos gobernantes, aquí queda patente que - a pesar de todo - los artistas con muy poco creamos mucho. Generamos riqueza y patrimonio aunque sea efímero como la vida. Nuestro pasado es cultura y es arte. Nuestro futuro también lo será. Pero es en el incierto presente donde se libra esta pugna que marcará inexorable un resultado.

Dar las gracias a todos los artistas que habéis participado con vuestras magníficas obras de altísimo nivel y profundo calado en este XX Aniversario: María AA, Rocío Arregui, Manuela Bascón, Fernando Bono, Mayte Carrasco, Miguel Ángel Concepción, Tomás Cordero, Juan Sebastián González, Paco Lara-Barranco, José María Larrondo, Gloria Lomas, Veredas López, Carmen López Sánchez, Rocío López Zarandieta, Olegario, Fernando Millán, Ming Yi Chou, Fau Nadal, Luisa Porras, Miguel Parra, Alias Lilo, Adriana Torres, Iván Tovar y Jesús Algovi. También agradecer a la Galería Weber-Lutgen y a su director Ed Weber, a los compañeros del Centro de Arte Acción Directa y a todo el público asistente. Muchas gracias a todos.



Jesús Algovi 
(Sevilla, mayo de 2017)
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